La pálida sombra de un simulacro
No es casual que en estos tiempos de crisis globalizada, pérdida de valores y contradicciones varias, proliferen y revisiten nuestras pantallas los héroes y superhéroes de siempre (1) o recientes, de fuera o autóctonos, renovados y adaptados a los nuevos tiempos para empatizar con ciudadanos de todas las culturas, ideologías y creencias quizás, porque, como dice Savater, “…son imprescindibles para que la fe en la vida no decaiga…” (2).
Águila Roja, la película es la consecuencia directa del éxito de la popular serie de televisión del mismo título, creada por Daniel Écija para TVE, que ha cautivado al público español en sus tres temporadas de emisión. Guionizada por Pilar Nadal,
Inspirada en la serie, la película no es una extensión de la misma, sino una aventura escindida, que aunque mantiene la identidad aparente de los personajes principales y un pretendido espíritu similar, incorpora otros nuevos y una trama diferente especialmente para la ocasión.
Rodada el pasado verano, en distintas localizaciones de
El amplio despliegue de medios técnicos y humanos colabora para dar empaque a esta narración basada en la mitología del héroe, uno de los arquetipos del inconsciente colectivo (3) que mejor representa los ideales, sueños y fantasías de individuos de todas las culturas.
Sinopsis
En la villa de Madrid, a mediados del siglo XVII, se celebra una reunión en la cumbre a la que concurren Francia, Inglaterra, Portugal y el Papado con la supuesta intención de conciliar a lusos y españoles.
En realidad es un complot para matar al rey —cuyo brazo ejecutor será
El comisario para asegurar el éxito de la conspiración ha contratado a un mercenario cosaco para acabar con Águila Roja. En el enfrentamiento entre ambos, su hijo Alonso resulta herido y el héroe decide abandonar la lucha por la justicia, dejando desamparados a cuantos le necesitan.
El viaje del héroe
Se produce en esta nueva aventura del héroe de la villa un episodio significativo de su trayectoria como tal. La duda del héroe a seguir siéndolo, el cuestionamiento de su alteridad y el decantamiento por su identidad de hombre corriente. “No soy ningún héroe, sólo soy un simple maestro”. Con esta afirmación el héroe intenta volver al punto de partida, cuestionando su misión e ignorando que el camino emprendido (viaje del héroe) ya no tiene vuelta atrás.
El héroe es una figura recurrente, en todas las culturas, para simbolizar el coraje, la virtud, el honor, la justicia… y todos aquellos valores de referencia para la sociedad que lo adopta como modelo. Su presencia se manifiesta en los mitos, leyendas, religiones, creencias, obras literarias, cinematográficas, etc. que desde la antigüedad hasta nuestros días, alientan al hombre a creer en un futuro mejor.
En su estudio de la mitología del héroe, Joseph Campbell (4) plantea que en las manifestaciones literarias de los distintos pueblos y culturas, bajo sus diferencias aparentes, subyace un patrón narrativo universal que las conecta. Lo llamó “el viaje del héroe”, un camino (real o emocional) dividido en tres fases (Partida, Iniciación y Regreso) y varias etapas que el héroe tiene que recorrer para alcanzar su objetivo.
Vogler sistematizó este periplo del héroe estableciendo una estructura narrativa que llamó El viaje del escritor (5), adoptada como la escaleta básica para construir cualquier historia. Un tratamiento reduccionista pero efectivo utilizado por guionistas de cine y televisión de todo el mundo que propone doce etapas de un viaje dividido en tres actos, que coinciden con las tres fases de Campbell.
El primer Acto/Partida (cinco etapas) sitúa al héroe en su entorno cotidiano antes de experimentar la llamada a la aventura, que puede rehuir en un primer momento o aceptar, aconsejado por un maestro que le alienta e instruye. Después de aceptada la llamada se produce el cruce del primer umbral que supone la inmersión del héroe en un medio desconocido.
En el segundo Acto/Iniciación (cuatro etapas) el héroe supera las primeras pruebas y conoce a sus aliados y enemigos. Después se enfrenta a un primer peligro y más adelante a otro aún mayor en el que está a punto de morir. Sobrevive a la muerte y se confirma como héroe alcanzando su recompensa.
En el Acto tercero/Regreso (tres etapas) el héroe decide regresar al mundo ordinario, pero en el camino de vuelta aún tendrá que superar algunas trabas y la prueba definitiva, un enfrentamiento con su enemigo en una lucha final, poniendo de nuevo en peligro su vida o la de sus aliados, pero que conseguirá también superar. Renacido y purificado el héroe vuelve con el elixir, el tesoro o el conocimiento adquirido para reincorporarse al mundo ordinario.
Cada vez que el héroe se embarca en una aventura diferente se produce un nuevo viaje, (algunas de cuyas etapas pueden suprimirse o variar respecto al primero emprendido) que debe concluir con la adquisición de un nuevo bien, logro o experiencia que le haga crecer interiormente.
El mundo ordinario del héroe en esta aventura no parte de cero, sino que su cotidianeidad actual consiste en salvar a quien lo necesita. En esta ocasión a una dama en apuros, que huye de la persecución del comisario: Beatriz, una hermosa mujer que reclama su ayuda para liberar a su padre preso. Dispuesto a hacerlo, el enfrentamiento con un mercenario asesino que han enviado para aniquilarle, le hará cambiar de idea y replantearse su condición, rehuyendo la llamada, para cuidar a su hijo, herido por ayudarle. Como símbolo de la renuncia hunde su katana en el lago y despojado de ella pierde su identidad de héroe.
Se produce aquí un proceso inverso al realizado cuando asumió la condición heroica. El mismo sentimiento de culpa que está en el origen de su decisión original está ahora en el de su abandono definitivo: su incapacidad para proteger y cuidar a los suyos. Su propia conciencia suplirá al mentor que le incita a abandonar su misión. Sin embargo, el odio y la ira que abocaron al héroe hacia su destino han desaparecido y ahora, trocados en dolor, le inducen a tomar el camino de vuelta a su faceta de padre.
Su retirada momentánea de la acción provoca, en las etapas intermedias del viaje, un desplazamiento de la figura del padre al hijo, que actúa en varias ocasiones como trasunto del héroe. Una vez aceptada la llamada e inmerso, de nuevo, en la aventura no es el héroe el afectado directo, en ningún momento, por las circunstancias (a pesar de vencer al capitán de los mosqueteros y alcanzar la recompensa de la liberación del rey y por extensión de su reino), sino sus aliados y especialmente su hijo que en el enfrentamiento final, será el que esté a punto de morir. Finalmente el muchacho sobrevivirá y el héroe renacerá sumergiéndose en las aguas para recuperar su katana y su doble identidad.
En esta ocasión la vuelta con el elixir supone la reafirmación de la irreversibilidad de la condición heroica, a la que sólo la muerte podrá poner fin. El héroe (Gonzalo/Águila Roja) asume el sacrificio y el componente trágico de su existencia como parte de un destino que le obliga a transitar en los límites entre dos mundos sin poder decantarse por ninguno de ellos.
La película
Ninguna argumentación mitológica o estructural seria puede justificar la profunda superficialidad que emana de un producto pseudo-cinematográfico enrocado en sus propias carencias técnicas, artísticas y expresivas.
¿Cine o televisión? Sin duda, las pretensiones de uno y los recursos de la otra. Más presupuesto, más actores, más localizaciones, más acción… no son elementos suficientes para convertir un telefilme en una película. La realización televisiva impone un estilo definido que no es cinematográfico. Intentar transformarlo era poco menos que una falacia, máxime cuando el equipo técnico-artístico ha sido prácticamente el mismo, incluidos guionistas y realizador.
Ayerra, empezó a trabajar en Globomedia en 1992 como técnico, en programas de variedades, pasando posteriormente, a partir de
El guión es trivial y frívolo con un buen planteamiento inicial (la crisis de identidad del héroe), totalmente desperdiciado en un argumento renqueante y disperso, saturado de tópicos cansinos e ideas recicladas de la serie, con diálogos insulsos, chistes fáciles, gags trasnochados (de peluca y culo al aire), fragmentos de violencia gratuita (como el reparto de machetazos del cosaco en los calabozos)… y ¡un tigre!
Estéticamente desafortunada, utiliza encuadres manidos y angulaciones superfluas e incómodas, sin profundidad visual, sin tensión emocional ni ritmo coherente, sin imaginación y, lo que es peor, sin intención de tenerla, porque nos consta que lo podrían haber hecho mejor. Hay muchos capítulos de la serie más serios y sólidos.
La intención de dar a la película un empaque épico, crear una trama alternativa más ampulosa, despojada de toda vinculación argumental con la serie y congelar la evolución de los personajes, ha afectado negativamente al desarrollo emocional de los más relevantes, que estereotipados hasta la saciedad han quedado convertidos en clones huecos de sí mismos, perdiendo intensidad, profundidad y credibilidad respecto a sus homólogos televisivos.
El más llamativo es el caso del héroe, que despojado de su personalidad y sentimientos (atracción hacia Margarita, relación contradictoria con el comisario, dudas interiores…), y pese a la significativa experiencia por la que atraviesa en la película (sentimiento de culpa, cuestionamiento de su condición…), es una presencia fría, distante e inexpresiva, la pálida sombra de un simulacro.
Gonzalo de Montalvo/Águila Roja, un maestro de escuela que por avatares del destino se vio abocado a asumir una identidad secreta como justiciero enmascarado para ayudar a los inocentes y necesitados, es un individuo interesante, muy culto, agnóstico y poco convencional, con muchas cualidades, defectos y matices, ninguno de ellos perceptible en la película. La poca profundidad psicológica del personaje fílmico trasciende a la interpretación, que no consigue transmitir la fuerza, seguridad y naturalidad de su referente.
Se le ha restado protagonismo desplazando la heroicidad a las figuras de su criado y su hijo, que son los personajes con más presencia emocional en la película. Ellos, junto a
Otro de los personajes que pierde entidad es el comisario de la villa, que desplaza su carácter de enconado adversario del héroe a favor de otros: el sanguinario mercenario cosaco y el capitán de los mosqueteros que será el que se enfrente a Águila Roja en última instancia. Mantener su actitud protectora, el espíritu arribista y la fidelidad a su estilo cruel es todo lo que puede hacer el intérprete por su personaje, que no es poco.
La amada del héroe, Margarita es el tercer personaje importante de la serie que pierde relevancia, convertida en simple comparsa, bellísima pero desaprovechada.
No sólo los personajes habituales están desubicados y sus interpretaciones afectadas por el insulso guión, el efecto es extensible al resto del elenco. Algunos de los incorporados especialmente para la ocasión son claramente prescindibles, como el padre Mateo (Antonio Molero) o el afrancesado Antoine (Mariano Peña) y la bella e inexpresiva dama (Martina Klein), por el impacto que causa en el héroe bien podría haber sido un gnomo del bosque. Sólo Javier Gutiérrez (Sátur) y Roberto Álamo (
La última escaramuza entre el ejército franco-inglés y la improvisada tropa española, armada con hoces, palos, piedras, horquillos… admite una doble lectura, la más literal y evidente la patriotera, y otra metafórica sobre “que todo vale” (falta de rigor, pudor o respeto) en nuestro país para lanzarse a cualquier “batalla”, incluso la cinematográfica.
El resultado final obtenido, estancado a medio camino entre el surrealismo histórico y la aventura extemporánea es una producción endogámica, sin intención creativa ni artística, con una transparente vocación comercial y una finalidad económica, legítima por otra parte, pero dudo que este haya sido el momento y el planteamiento adecuado.
La serie es perfecta cumpliendo uno de los objetivos básicos de la televisión que es entretener, pero una película es, o debería ser, mucho más. El cine es industria lo sabemos, pero sobre todo arte y la intención de toda película debería ser que nunca lo olvidemos.
Escribe Purilia
NOTAS
(1) Derivados de la fantasía gráfica, radiofónica o pulp americana llega la avalancha: acaba de estrenarse en España Thor (2011), próximamente lo harán Linterna Verde, El Capitán América y Conan el bárbaro en 3D, y para 2012 llegarán Spiderman 4 y El llanero solitario. También tiene previsto su estreno para el próximo otoño, el héroe medieval que arrasó en las historietas de los cincuenta en España con una aventura titulada El Capitán Trueno y el Santo Grial.
(2) Fernando Savater (2004) La tarea del héroe. Barcelona. Destino, pág. 200
(3) Concepto acuñado por C. G. Jung para definir la herencia psíquica de la evolución de la humanidad que renace en cada persona individualmente, de forma generalizada.
(4) Joseph Campbell (1949) The heroe of a thousand faces. En castellano El héroe de las mil caras: psicoanálisis del mito (2005), Madrid. Fondo de Cultura Económica.
(5) Christopher Vogler (1993). The writer’s journey: mithyc structure for writers. En castellano El viaje del escritor. Estructura mítica para escritores (2002) Ma non troppo.
Título | Águila Roja: La película |
Título original | Águila Roja: La película |
Director | José Ramón Ayerra |
País y año | España, 2011 |
Duración | 110 minutos |
Guión | Pilar Nadal, J.M. Ruiz Córdoba y Guillermo Cisneros |
Fotografía | Adolfo del Casar |
Música | Daniel Sánchez de la Hera |
Distribución | Hispano Foxfilm |
Intérpretes | David Janer, Javier Gutiérrez, Francis Lorenzo, Inma Cuesta, Myriam Gallego, Santiago Molero, José Ángel Egido, Martina Klein, Antonio Molero, Guillermo Campra, Pepa Aniorte |
Fecha estreno | 20/04/2011 |
Página web | http://www.aguilarojapelicula.com/ |